CENTENARIO
El orgullo nacional
Unos 45 mil hinchas celebraron la proyección en pantalla gigante de imágenes de grandes momentos de la historia del Rojo. La fiesta fue con música y rayos láser.
La fiesta de cierre del milenio logró el milagro: a una semana del acto eleccionario más caliente de los últimos tiempos, en Independiente se olvidaron las discusiones políticas. Dirigentes, jugadores, socios, hinchas y familias enteras se reunieron para disfrutar una noche inolvidable, en el que el partido entre viejas glorias del club sólo resultó la frutilla del postre. Unas 45 mil personas, a razón de dos pesos los socios y cinco el resto, llenaron el estadio (salvo la popular local, donde se montó el escenario).
Uno de los momentos culminantes se vivió cuando dos pantallas gigantes reprodujeron imágenes de las finales que le permitieron a Independiente convertirse en el equipo con más títulos internacionales en el mundo. Por eso los goles fueron festejados como si se hubieran convertido en ese momento. Al cabo, esos 15 títulos son el gran orgullo de sus hinchas.
Pero la fiesta arrancó mucho antes y tuvo de todo. Hubo números artísticos, como el de Bananas en pijamas, rayos láser, trucos a cargo del mago Emanuel, y minirrecitales a cargo de Marcela Morelo, Patricia Sosa y Ricardo Montaner, quienes hicieron mover a todos y largar suspiros a unos cuantos (hombres y chicas). Los hinchas aplaudieron a los pibes de la Octava que salió campeona con la supervisión de Ricardo Bochini. Los más veteranos volvieron a ver a Noemí Simonetto, atleta del club que logró la medalla de plata en salto en largo en los Juegos Olímpicos de 1948. Y todos, en definitiva, lucieron con orgullo su condición de hinchas de Independiente.
CAMPEON INTERNACIONAL DEL MILENIO
Será siempre Independiente...
Bochini fue la gran atracción del partido con que el Rojo festejó el final del milenio. Junto a él estuvieron en la cancha grandes glorias de todos los tiempos del club.
El Bocha recibió una plaqueta como el mejor jugador de la historia del club. "Vamos a ganar muchos títulos más", dijo.
Noche de Copas: 15 y sus recuerdos. El mayor de ellos anda por ahí metiendo esos pases que terminaron siendo un adjetivo y escondiendo en su palma derecha el minúsculo peine que acomodó sus pocos pelos en los últimos años de diez de lujo. El Bocha, monumento viviente del fútbol, protagonista de nueve de esas quince Copas, se lleva las grandes ovaciones y despierta recuerdos como ningún otro. Antes habían sonado en vivo las voces de Marcela Morelo, Patricia Sosa y Ricardo Montaner, pero también, en vivo, antes y después, volvieron a sonar dos clásicos: el "Bo/Bochini" y el "El Bocha es lo más grande del fútbol nacional..." Bochini sueña despierto, igual que los hinchas. Tiene en la cancha a sus dos mejores socios: Bertoni y Burruchaga. Mete una pared con Daniel y vuelve la imagen de aquella que lo dejó de frente a Dino Zoff, en Roma, en el 73. Busca a Burru y las 45 mil almas imaginan el histórico gol al Gremio, en Porto Alegre, en el 84, que valió una Libertadores y casi nadie vio porque el partido no fue televisado. Bochini toca y todos lagrimean con razón: no habrá ninguno igual.
Dijo un Bochini crítico: "La prensa le tendría que haber dado a esta fiesta la misma difusión que a la de River. No las valoró igual, y eso que este club, además de los títulos locales, ganó un montón de copas internacionales".
Dijo un Bochini emocionado: "Participar de esta fiesta es un sueño, nunca lo había imaginado. Yo crecí viendo a los equipos donde jugaban Mura, Savoy, Mario Rodríguez, y cuando jugué pudimos continuar esa línea y darle al club los títulos que lo engrandecieron. Eso me llena de satisfacción".
El Bocha no fue el único, claro. Cada uno de los jugadores se llevó, además de una medalla con la inscripción "Campeón internacional del milenio", un baño de aplausos. El ranking lo encabezó claramente Bochini, seguido por Burruchaga, Giusti, Bertoni, Trossero y Clausen. Pero desfilaron también muchos históricos de los sesenta: el petiso Osvaldo Mura se calzó la ocho y los memoriosos se regodearon contándoles a los vecinos de platea su histórico gol a Peñarol en la segunda Copa, la del 65. De la primera estuvieron Mario Rodríguez, Bernao, el gran capitán Maldonado, Acevedo, Ferreiro, Rolan... Y de los de siempre, el Chivo Pavoni, otra vez con la tres, cruzándose con un símbolo más reciente, lateral del otro lado: Néstor Clausen. Ahí está la magia de la fiesta. El Rojo de los sueños. En la misma cancha están Bochini, Santoro ("Fue el mejor arquero de la historia del club", coincidieron Goyen, Gay y Moriconi), Pavoni, Bertoni, Rubén Galván, Burruchaga, Giusti, Bernao... Más no se puede pedir, porque Erico, Sastre y la Chancha Seoane fallecieron.
Noche de Copas, entonces. El Campeón Internacional del milenio las sacó de la vitrina todas juntas, las quince. Para emborracharse de recuerdos, para volver a cantar. "El Bocha es lo más grande del fútbol nacional..." todavía retumba en Avellaneda.
Unos 45 mil hinchas celebraron la proyección en pantalla gigante de imágenes de grandes momentos de la historia del Rojo. La fiesta fue con música y rayos láser.
La fiesta de cierre del milenio logró el milagro: a una semana del acto eleccionario más caliente de los últimos tiempos, en Independiente se olvidaron las discusiones políticas. Dirigentes, jugadores, socios, hinchas y familias enteras se reunieron para disfrutar una noche inolvidable, en el que el partido entre viejas glorias del club sólo resultó la frutilla del postre. Unas 45 mil personas, a razón de dos pesos los socios y cinco el resto, llenaron el estadio (salvo la popular local, donde se montó el escenario).
Uno de los momentos culminantes se vivió cuando dos pantallas gigantes reprodujeron imágenes de las finales que le permitieron a Independiente convertirse en el equipo con más títulos internacionales en el mundo. Por eso los goles fueron festejados como si se hubieran convertido en ese momento. Al cabo, esos 15 títulos son el gran orgullo de sus hinchas.
Pero la fiesta arrancó mucho antes y tuvo de todo. Hubo números artísticos, como el de Bananas en pijamas, rayos láser, trucos a cargo del mago Emanuel, y minirrecitales a cargo de Marcela Morelo, Patricia Sosa y Ricardo Montaner, quienes hicieron mover a todos y largar suspiros a unos cuantos (hombres y chicas). Los hinchas aplaudieron a los pibes de la Octava que salió campeona con la supervisión de Ricardo Bochini. Los más veteranos volvieron a ver a Noemí Simonetto, atleta del club que logró la medalla de plata en salto en largo en los Juegos Olímpicos de 1948. Y todos, en definitiva, lucieron con orgullo su condición de hinchas de Independiente.
CAMPEON INTERNACIONAL DEL MILENIO
Será siempre Independiente...
Bochini fue la gran atracción del partido con que el Rojo festejó el final del milenio. Junto a él estuvieron en la cancha grandes glorias de todos los tiempos del club.
El Bocha recibió una plaqueta como el mejor jugador de la historia del club. "Vamos a ganar muchos títulos más", dijo.
Noche de Copas: 15 y sus recuerdos. El mayor de ellos anda por ahí metiendo esos pases que terminaron siendo un adjetivo y escondiendo en su palma derecha el minúsculo peine que acomodó sus pocos pelos en los últimos años de diez de lujo. El Bocha, monumento viviente del fútbol, protagonista de nueve de esas quince Copas, se lleva las grandes ovaciones y despierta recuerdos como ningún otro. Antes habían sonado en vivo las voces de Marcela Morelo, Patricia Sosa y Ricardo Montaner, pero también, en vivo, antes y después, volvieron a sonar dos clásicos: el "Bo/Bochini" y el "El Bocha es lo más grande del fútbol nacional..." Bochini sueña despierto, igual que los hinchas. Tiene en la cancha a sus dos mejores socios: Bertoni y Burruchaga. Mete una pared con Daniel y vuelve la imagen de aquella que lo dejó de frente a Dino Zoff, en Roma, en el 73. Busca a Burru y las 45 mil almas imaginan el histórico gol al Gremio, en Porto Alegre, en el 84, que valió una Libertadores y casi nadie vio porque el partido no fue televisado. Bochini toca y todos lagrimean con razón: no habrá ninguno igual.
Dijo un Bochini crítico: "La prensa le tendría que haber dado a esta fiesta la misma difusión que a la de River. No las valoró igual, y eso que este club, además de los títulos locales, ganó un montón de copas internacionales".
Dijo un Bochini emocionado: "Participar de esta fiesta es un sueño, nunca lo había imaginado. Yo crecí viendo a los equipos donde jugaban Mura, Savoy, Mario Rodríguez, y cuando jugué pudimos continuar esa línea y darle al club los títulos que lo engrandecieron. Eso me llena de satisfacción".
El Bocha no fue el único, claro. Cada uno de los jugadores se llevó, además de una medalla con la inscripción "Campeón internacional del milenio", un baño de aplausos. El ranking lo encabezó claramente Bochini, seguido por Burruchaga, Giusti, Bertoni, Trossero y Clausen. Pero desfilaron también muchos históricos de los sesenta: el petiso Osvaldo Mura se calzó la ocho y los memoriosos se regodearon contándoles a los vecinos de platea su histórico gol a Peñarol en la segunda Copa, la del 65. De la primera estuvieron Mario Rodríguez, Bernao, el gran capitán Maldonado, Acevedo, Ferreiro, Rolan... Y de los de siempre, el Chivo Pavoni, otra vez con la tres, cruzándose con un símbolo más reciente, lateral del otro lado: Néstor Clausen. Ahí está la magia de la fiesta. El Rojo de los sueños. En la misma cancha están Bochini, Santoro ("Fue el mejor arquero de la historia del club", coincidieron Goyen, Gay y Moriconi), Pavoni, Bertoni, Rubén Galván, Burruchaga, Giusti, Bernao... Más no se puede pedir, porque Erico, Sastre y la Chancha Seoane fallecieron.
Noche de Copas, entonces. El Campeón Internacional del milenio las sacó de la vitrina todas juntas, las quince. Para emborracharse de recuerdos, para volver a cantar. "El Bocha es lo más grande del fútbol nacional..." todavía retumba en Avellaneda.
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